SUERTE DE ANUARIO (29 de septiembre 2017)
Mi papá no cree en México. No creo que lo haga en un futuro. Y aún así trabaja por él.
Durante 27 años ha sido ingeniero civil, recorriendo cada estado del país en una gira laboral que lo mantuvo casi dos décadas fuera de casa; Aún así, mamá se las ingenió para que cada fin de semana nos subiéramos a un autobús un viernes después de clases, y pasáramos el fin de semana entre las diferentes oficinas de papá y las atracciones que pudiéramos encontrar en Villahermosa, Los Cabos, Saltillo, Oaxaca, Poza Rica y otras ciudades que no tengo memoria para recordar. Así se pasó mi infancia, fue un poco mas evidente la odisea de mis padres por unir a la familia en mi adolescencia; y cuando papá por fin se quedó en la ciudad de forma permanente en el 2013, comprendí la tremenda labor que fue llevarnos de un lado a otro. Siempre procurando lo mejor para nosotros.
En ese tiempo mi padre, a quien llamaré Ulises durante el resto del post, conoció a todo tipo de personas y vivió cuanta cosa en los lugares donde se quedaba; eso lo marcó, y como cualquier padre, decidió compartir cualquier fuente de experiencias que la vida pudiera otorgar... Les pondré un ejemplo. Para vacaciones de verano planeamos una ruta entera sobre la costera del golfo de México, al menos en la parte sur:
Cuatro mil Kilómetros. 12 días recordando lo que era ir de un hotel a otro y ver que podía ofrecer la ciudad en turno. Pocas cosas como el hospedaje fueron calculadas; compramos, visitamos cenotes, espacios turísticos, ruinas mayas, disfrutábamos de platillos regionales y de nuevo sobre la carretera. Durante las largas horas de trayecto, ya fuera si le tocaba manejar a mi hermano o a mí, Ulises veía un poblado y recordaba lo fuerte y desolador que había sido vivir en las zonas rurales Oaxaqueñas donde había estado; Veía el dinero que teníamos a la mano y le preguntaba a mamá si recordaba esos tiempos en los que ambos sobrevivían la quincena, teniéndonos a mí y a mi hermano muy pequeños, con diez veces menos que lo que ahora tenían. Analizaba un tramo que tenía los primeros dos o tres kilómetros impecables para luego notar los baches y la señalización en el trayecto por donde la prensa o medios ya no iban a pasar; El lo comparaba con los tramos que Moreira, en su administración en Coahuila, había hecho por doquier: Esta anécdota en especial, la terminaba de dos formas muy crudas, o nos detallaba de forma deprimente cómo vio a primera mano a toda esa administración priísta robándose millones, o concluía con los últimos días que estuvo en Saltillo y con mucha tristeza se enteraba de colgados y descabezados en caminos y puentes donde el ayudó.
Hoy día, no hay noticiero que se pierda; no falta la oportunidad de denotarnos lo horrible y peligrosamente cerca que está la delincuencia y el narcotráfico de la casa. Es el primero en fijarse en una banda de chavos en la calle moneándose, simulando conocer la edad de los muchachos y de alguna forma, comparándolo con nosotros. Ulises es el que interfiere la atención sobre una nota de manifestantes o una huelga, para centrarla en su experiencia con amigos suyos que fueron "Esquiroles" o de jefes vecinales tranzas que pedían su parte para bajar el desmadre comunitario por hacer una obra cerca de sus casas. Es aquel que, luego del terremoto del 19 de septiembre del 2017, al escuchar sobre la unión, se centra en la desunión, en los robos vehiculares que el caos alentaba, el caso de los chavos que saquearon una casa y al final del acto pegaron una estampa de #FuerzaMexico, al final recordándonos que ese era el verdadero México, una suerte de feria entre bestias hambrientas, siempre aprovechándose de los demás.
Y es que jamás he combatido con él en esos términos, ahora que aprendo un poco más sobre el manejo de información y el papel en los medios, trato de mostrarle otros rostros; los relucientes y agradables de México ¿Pero qué podría enseñarle de mi país a alguien que lo ha recorrido por completo y se ha sumergido en cada región nacional como si fuera su propia casa? ¿Qué podría enseñarle? ¿Debo creer que todos en este país somos esos salvajes? ¿De verdad me sirve escuchar ese discurso pesimista plagado de desmotivación y melancolía creyendo que es lo único que me espera fuera de esta burbuja en la que he estado 21 años de dulce vida? ¿Qué debo pensar? Lo único que sé, con mucha certeza, es que tendré que irme.
Una vez, uno de mis grandes héroes, Jacobi Bartok, incapaz de superar la sombra de un gran espadachín como lo fue su padre, antes de enfrentarse al ejército de colosos migrantes que amenazaba su nación, teniendo solo a su viejo de testigo, sopló las siguientes palabras:
<< Mi fiel y noble guía, tu que cumpliste con la misión de cuidarme hasta que pudiese defenderme por mi cuenta ¡Tú, mi sabio padre! Haz trazado un mapa que no puedo entender, describiste personas que jamás reconoceré, tus ojos olvidan fantasmas que nunca distinguiré. Las palabras de los demás son testigo de un rumbo que tomaste. Estoy frente a ti como el ciervo que fui, como la tormenta que soy. Yo te seguiré padre, Estaré donde estuviste y más allá. Solo así se borran los mapas. Y solo así olvidaré mis fantasmas. >>
Yo así, tal cual, solo que no soy ingeniero, pero crearé los mapas a mi manera.
-Hector Miguel Aguilar Yañez
Con cariño y afecto a mi padre, Ulises Aguilar Reyes.
SEPTIEMBRE 2017
Con cariño presento algunos de los puntos que trazó mi padre: