lunes, 13 de junio de 2016

Ira.

Estas palabras las escribo con odio, ira y frustración.
Son lo máximo del desesperar humano. Una impotencia colma mi ser como la aguja que atraviesa una tela de manera furiosa. No sé de qué otra forma lidiar con todo si no es golpeando, gritando y rompiendo las cosas mientras lloro. No puedo sentir náusea y desprecio sobre quien soy porque son emociones que en un principio básico de la ira se manejan de manera radical. Uno se auto engaña. Se embrutece. Se minimiza hasta la minúscula expresión, lo cual es mucho más insignificante que el cadáver de un parásito sobre tierra fangosa y podrida y uno desea con todas sus fuerzas sentir el dolor de huesos y carne golpear con algo hasta reducirlo al mismo nivel de insignificancia que el ser tiene, si así equivale romperlo, molerlo, batirlo , partirlo, desmembrarlo, morderlo, escupirle y gritarle, será poco comparado al sentir que se maneja en estos momentos. Citando de ejemplo mis dedos formando palabras mientras golpean embrutecidamente este teclado, sin importar el detalle de que en cualquier momento se puedan quebrar y den fin a un objeto que jamás pensó caer ante la ira de un hombre. 
Claro que ahora que uno es mayor, con una conciencia generada, no va directamente a los golpes y a las patadas. Ahora se dialoga con mayor fuerza, en todo momento generando la idea en cada parte del cuerpo de que se tiene la completa razón de la situación enervante. Y siempre soy yo, y estoy en lo correcto. Todo se calienta como si estuviéramos en un horno y nosotros fuéramos papas cocidas dentro del mismo, un punto continuo que hace que arda la situación, pero dejamos que el otro hable, no somos bestias como para saturar diálogos improvisados y emergentes, aunque a la primera estupidez, al primer movimiento en bruto  que  haga el otro, equivaldría a que alguien le ponga máxima potencia al puto horno, y ahí sí, no comparto tu opinión pero daré mi vida por tu derecho a partirte la cara a golpes y sacarte cada uno de los malditos dientes, del mismo impacto contra el suelo sentir como partes tu lengua a la mitad y arrancártela con tal fuerza que tu grito se confundiría con un silencio sepulcral, eso si todo sale bien, si el otro tiene las malditas agallas para levantar el puño la cosa se pondría muy de salvajes, solo sé  que habría mucha sangre por todos lados y que mi persona estaría más que feliz porque así es como se quita todo, así calmas con la ira y con la frustración y con las malditas ganas de golpear a quien te grita, peleando, dejando moretones por todos lados y que la sangre siga un curso desconocido afuera del cuerpo humano, porque en sí es el único pesar que se tiene. El gritar tiene lo suyo. Si eres hábil sabrás manejar palabrotas y bonitos adjetivos  mientras elevas el tono de tu voz sin pensar lo que haces, pero muchos solo piensan  respuestas buenas hasta que el otro se ha ido, así ha sido siempre conmigo.

¿Qué necesidad tengo de esto? Las peores decisiones se han tomado en estados así, la concordancia, el buen pensar y todo rastro de honestidad se ha perdido mientras hombres y mujeres intentan arrancarse la médula  sin siquiera imaginar cómo quedaría el mundo si todos los días los viéramos así, somos enemigos, ya basta de hablar, no quiero que te vaya bien y mucho menos mejor que a mí, lo hago porque seas infeliz, por favor no me hagas pasar por esto otra vez, has algo con tu vida que no sea el gritar al mundo que estas bien , y falacias así. Con cada impulso que pasa mi cuerpo tiembla, me enerva siquiera recordar la situación, luego recuerdo otras situaciones así y un dolor se acumula desde mis neuronas hasta la punta de la espina dorsal, todo se va acumulando  de esa forma, ahí es aceptable que grites, que saques todo esa rabieta de una forma sensible, luego está bien que tomes un bate o un palo y comiences a golpear una almohada, los doctores lo recomiendan, eso está bastante bien para bajar la calentura de la ira, los doctores lo saben, después llora,  y sigue gritando, así , poco a poco, acepta que fuiste una bestia estúpida y que de inmediato razonarás porque la cosa no se ponga peor, y luego sigue llorando, como una patada que revienta testículos, así imagina todo el dolor que hay dentro de ti y que de alguna forma saldrá con estos sanos procedimientos postraumáticos. 

O bien, si pelear, llorar, gritar y lamentarte no ha sido suficiente, puedes levantarte, darte dos buenas bofetadas en cada lado de la cara y ponerte a hacer lo que debes hacer, el trabajo que tengas que hacer  será el mejor alivio que puedas tener en vez de lamentarte y recordarle al puto mundo que está lleno de victimas insufribles que dejan el pensar antes del practicar,  ya luego vendrá eso, el lloriquear y gritar rabietas,  al final te sentirás mejor de que no fuiste tan bruto como pensabas.




-Enigma HM

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